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Hay dos grandes protagonistas quirúrgicos en esta década. El primero atañe al cuerpo, y en este caso lo normal es que la paciente acuda al cirujano para reparar los daños estéticos derivados de los embarazos que afectan al vientre y los senos. El segundo es el rostro. Empiezan a debutar ya las primeras señales de envejecimiento en forma de adelgazamiento de labios, arrugas más profundas en el entrecejo o una presencia más rotunda del arco nasogeniano.
Desde un punto de vista psicológico estos signos son muy mal aceptados, pero, el rostro no reúne todavía los requisitos necesarios para enfrentarse a la gran cirugía facial -estiramientos del rostro y el cuello-, por lo que los materiales de relleno se convierten en el recurso de urgencia.
Al margen de las huellas que el paso del tiempo marca en el abdomen, el embarazo supone un auténtico desafío: los músculos abdominales se abren, provocando flaccidez y pérdida de cintura. Dos son las intervenciones destinadas a "reconstruir" el abdomen: la lipectomía y la abdominoplastia.
Cirugía en el abdomen
La lipectomía consiste en realizar una liposucción suave para eliminar grasa y retirar la piel sobrante.
La abdominoplastia es ya una técnica mucho más compleja y suele practicarse cuando la paciente ha tenido tres o más embarazos y la pared muscular muestra síntomas de relajación. La intervención consiste en practicar una incisión sobre la línea del pubis, levantar la piel y reconstruir la pared abdominal, tensando los músculos para devolverles firmeza. Seguidamente, el cirujano estira la piel y corta la que sobre.
El postoperatorio requiere un día de hospitalización, en el caso de una lipectomía, y dos, cuando se ha realizado una abdominoplastia. Ya en casa, es necesario una semana de reposo absoluto.
Cirugía en los pechos
En cuanto a los senos, la de los treinta es una década dura para ellos. El paso del tiempo determina su caída y su pérdida de firmeza. Si a eso se une el embarazo, estas dos características se acentúan. Esta operación sigue dos técnicas: el cirujano puede practicar una incisión areolar para reorganizar el tejido glandular, levantar el seno y darle volumen, sin dejar cicatrices, intervención que sólo puede realizarse en caso de que no sobre mucha piel. Si sobra, tendrá que hacer una incisión desde la areola hasta el surco para reorganizar los senos y retirar la piel sobrante. En ambos casos, la anestesia es general, la intervención dura una hora más o menos y el postoperatorio consiste en llevar un sujetador especial durante 15 días, no coger peso ni realizar movimientos bruscos con los brazos durante la primera semana.
Cirugía en el rostro
Los implantes y sustancias de relleno para el rostro son las estrellas de esta década. Los primeros hacen referencia a materiales rígidos que, una vez introducidos en el organismo, tienen carácter permanente. Las más utilizadas, sin embargo, son las sustancias de relleno: colágeno, biopolímeros, toxina botulímica o geles de origen animal o biotecnológico, que se inyectan en las pequeñas arrugas, el contorno de los labios o el arco nasogeniano para atenuar el trazo. Tienen dos ventajas fundamentales: el resultado estético suele ser más natural y es muy raro que el organismo las rechace o reaccione a ellas.
Aumentos prudentes
Nada contra las infiltraciones para aumentar el volumen de unos labios o equilibrarlos entre sí siempre que estén realizadas con buen criterio y mejor gusto. Por otro lado, cuando el material de relleno supera el 50% del volumen de los labios, la histología de la zona se desestructura provocando trastornos de vascularización, evidentes cuando hace frío y los labios muestran un aspecto pálido y duro